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BIOGRAFIA DE SIR WILLIAM CROOKES

BIOGRAFIA DE SIR WILLIAM CROOKES

Físico y químico inglés, nacido en Londres el 17 de junio de 1832 y fallecido el 4 de abril de 1919, descubrió el elemento químico talio y fue un incansable e imaginativo inventor. Su tubo de descarga de rayos catódicos formó parte de todos los laboratorios experimentales y permitió descubrir el electrón y el efecto fotoeléctrico.

William Crookes fue el mayor de diecisiete hijos de un sastre londinense. Estudió en su juventud en el Royal College of Chemistry. Su primer trabajo fue como ayudante de Hofmann. En 1854 entró como ayudante en el observatorio de Oxford, y un año más tarde ganó la cátedra de química de la Universidad de Chester. Tras ejercer de maestro, una sustanciosa herencia recibida le permitió abrir su propio laboratorio de investigación en Londres y editar la influyente Chemical News entre 1859 y 1906.

En 1861, examinando el espectro de emisión de un pedazo de selenio en bruto, observó una línea brillante, nueva, que le indujo a aislar un nuevo elemento químico, el talio, y examinar sus propiedades químicas. 

Con este fin construyó el radiómetro que lleva su nombre, una modificación de radiómetro de Hittorf, que consta de unas aspas con cuatro aletas muy ligeras, con sus lados de color negro, insertas en una ampolla de cristal con un gas a baja presión en su interior.

En presencia de energía radiante, las aspas se mueven. Este aparato confirmó la teoría cinética de los gases. Llegó a afirmar en 1879 la existencia de un nuevo estado de la materia, que llamó materia radiante, lo que le valió un premio de la Academia de Ciencias de Francia dotado de medalla conmemorativa y la suma de 3.000 francos. Este premio le permitió convertirse en Académico del Instituto de Ciencias de Francia.

Crookes también estudió las descargas eléctricas en un tubo de vacío, y descubrió que los rayos catódicos viajaban en línea recta, proyectaban sombras, calentaban objetos sitos en su camino y se desviaban con campos magnéticos. De todo ello concluyó que eran partículas de carga eléctrica negativa. Veinte años más tarde, J. J. Thomson logró identificarlas como electrones.

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